LO QUE OCULTA NUESTRO SATELITE

¿RESTOS ARQUEOLÓGICOS, EN LA LUNA?

fotografías, declaraciones de técnicos de la NASA y observaciones de astrónomos apuntan a una posibilidad que cambiaría la historia de la humanidad: en la Luna podrían existir restos y ruinas de construcciones artificiales. ¿Colonizaron seres extraterrestres el satélite en un pasado remoto? ¿Acaso una civilización humana llegó hasta allí hace miles de años o, quizá como apuntan los más escépticos, las anomalías detectadas son sólo caprichosos efectos ópticos?

Si el hombre vuelve a pisar, nuestro satélite durante la próxima década, es posible que se encuentre con algunas sorpresas. Según diversos investigadores, en la superficie lunar existen restos de antiguas construcciones, quizá de puentes y cúpulas. En cualquier caso, se trataría de restos que habrían existido mucho antes de que el hombre pisara el suelo lunar.

En 1962, el mismísimo Carl Sagan, cuando era consejero de la Fuerza Aérea estadounidense y antes de convertirse en un reputado astrónomo, aventuró: «La humanidad debe acostumbrarse a la idea de que seres inteligentes del espacio exterior nos han visitado y que poseen o han tenido bases ocultas en la Luna». En 1848, el astrónomo alemán Franz von Gruithuisen creyó observar en la parte meridional de la Luna construcciones artificiales que, según él, eran restos de una ciudad. Incluso llegó a afirmar que había podido distinguir en el interior de ciertos cráteres unas manchas verdosas que se desplazaban irregularmente y que identificó como vegetación o insectos. Entonces, sus teorías no obtuvieron demasiado apoyo pero, con el tiempo, otros científicos respaldarían sus heterodoxas hipótesis.

«MONUMENTOS" DE 200 METROS

En 1953, los astrónomos amateur Percy Wilkins y Sir Patrick Moore descubrieron casi un centenar de «cúpulas u hongos» nunca antes vistos. Estaban localizados en los cráteres Cefeo, Picard, Reinhold y Teeteto. En el mismo año, John J. Q'Neil, editor científico del New York Herald Tribune, vio algo parecido a un puente de aproximadamente 20 kilómetros de longitud en el Mare Crisium. Más tarde, el propio Moore ratificó esta observación. Sin embargo, pasado el tiempo, el supuesto puente «desapareció» misteriosamente. Un año después, el 6 de mayo de 1954, el profesor FrazerThompson, de la Universidad de Tulane, anunció la existencia de una nueva brecha en el cráter Piccolomini, de la que partía una enorme traza de 300 metros de ancho. Ese nuevo hallazgo hizo pensar a algunos en nada mas y nada menos que una gran pista de aterrizaje. Sin embargo, estos avistamientos de extrañas estructuras sobre la superficie lunar no se han realizado únicamente desde la Tierra. Los mas escepticos estaban convencidos de que las misiones lunares, al reconocer la superficie del satélite, disiparian cualquier tipo de duda y servirían para «enterrar» los rumores que se referían a estas supuestas formaciones artificiales. Pero ocurrió todo lo contrario. Asi, el profesor norteamericano William Blair afirmo haber visto fotos secretas de la misión lunar Orbiter II desarrollada en abril de 1966- en las que se podian apreciar claramente monumentos de mas de 200 metros de altura. Blair defendía que se trataba de estructuras artificiales, pero otros científicos mas ortodoxos concluyeron que dichas formaciones eran el resultado de un complejo «fenómeno geofísico» que daba lugar a interpretaciones erróneas. Sin embargo, las rumores continuaron. En 1972, varias fotografías tomadas desde el Apolo XVI mostraban estructuras parecidas a puentes que rápidamente dispararon las especulaciones.

CREDIBILIDAD FUERA DE DUDAS

A medida que pasaba el tiempo, surgían nuevas informaciones sobre presuntas construcciones artificiales en la Luna. Algunos astrónomos de intachable credibilidad defendieron esta en apariencia descabellada posibilidad. H.m P.Wilkins, en aquellos tiempos una de las mayores autoridades en el estudio de nuestro satélite, también tuvo la ocasión de contemplar la estructura que semejaba un puente, a la que otros muchos ya se habían referido anteriormente. En opinión de Wilkins, devia  ser forzosamente algo no natural. En 1967 la sonda Surveyor VI fotografió una especie de bruma luminosa semicircular sobre la región lunar de Sinus Medii. Algunos especialistas concluyeron que se trataba de una enorme cupula, pero la NASA explico que dicha imagen correspondía a una tormenta de partículas de arena provocada por cargas electrostáticas. Tiempo después, otra sonda, la lunar Orbiter V, registro extrañas huellas que parecían pertenecer a vehículos sobre el suelo del satélite, parecidas a las que, en 1972, vio el astronauta del Apolo XVII Harrison

Estructuras piramidales fotografiadas por la tripulacion del apolo XVI.

Al parecer, en 1974 se habían descubierto sobre la superficie lunar cerca de 200 estructuras supuestamente artificiales.

Según el Daily Telegraph, el vehículo soviético Luna IX, que alunizó sobre el océano Procellarum, captó unas torres supuestamente artificiales en 1966. Por su parte, la Orbiter 11 fotografió la sombra de lo que podían ser ocho construcciones similares, con una altura aproximada de 200 metros.

RUINAS Y EXTRAÑAS PROTUBERANCIAS

el 25 de diciembre de 1968 Lovell, Borman y Anders, en su primera órbita en torno a la Luna a bordo del Apolo VIII, vieron un extraño objeto discoidal. Los sistemas eléctricos de la nave se detuvieron durante unos instantes, descendió la temperatura y la cápsula fue rodeada por una extraña y molesta luminosidad, a la vez que la radio emitía sonidos de origen desconocido. Pero más interesante es que Lovell, en sus conversaciones con el centro de control, aseguró que estaba observando ruinas en la superficie. El Apolo X, con Eugene Cernan y Thomas Stafford a bordo, realizó multitud de fotografías mientras sobrevolaba nuestro satélite a escasos kilómetros del mismo. De todas las imágenes, una -la AS1 0-32-4822- ha causado una enorme polémica por las anomalías que presenta, como una extraña «protuberancia» en línea recta.

Los astronautas James Lovell, Frank Borman y William Anders, tripulantes del Apolo VIII que al parecer, vieron restos de construcciones en la superficie lunar.

En 1974, Joseph Goodavage, uno de los astrólogos más conocidos del momento, publicó un artículo en la revista Saga en el que declaraba que se habían descubierto en los últimos años más de 200 estructuras supuestamente artificiales en la Luna. Aseguró que eran «blanquecinas, circulares y con forma de cúpula». También escribió: «Por alguna extraña razón, a menudo desaparecen de un lugar y surgen en otro». Años después, entre 1986 y 1987, el astrónomo aficionado E. M. Kirilov vio una serie de construcciones que parecían metálicas en el Mar de la Tranquilidad. Eran gigantescas y estaban colocadas en ángulo recto unas respecto a las otras.

Esta imagen de la luna muestra diferentes anomalías. En el cráter Uker se fotografía una plataforma triangular. La imagen nos muestra una estructura angulada que pertenecería a supuestas ruinas.

«La mejor explicación sobre la Luna es que se trata de un error de observación. ¡La Luna no existe!». Este comentario, atribuido a Irwin Shapiro, del Centro Astroffsico Harvard Smithsonian, nos pone en la pista de otro de los grandes misterios lunares: su origen.

Cuatro son las hipótesis mas extendidas. Una explica que la Tierra y la Luna son en realidad un planeta doble. Ambos se habrían formado por separado, pero al mismo tiempo, durante la gestación del Sistema Solar. Otra hipótesis: La Luna, en su deambular por el Sistema Solar, fue «capturada» por la gravedad de la Tierra. La tercera asegura que el satélite formaba parte de la Tierra, pero que después se desprendió de la misma. Y la ultima la mas aceptada en el mundo académico teoriza sobre un planetoide que o golpeado contra la Tierra o unos 4.500 millones de años. EI «intruso», junto al polvo y los fragmentos que fueron expulsados de la atmósfera terrestre, dio origen a nuestro satélite.

PROPUESTAS REBUSCADAS

Estas hipótesis, como cualquier otra que se haya propuesto para explicar el nacimiento de la Luna, muestran aspectos que contradicen los conocimientos científicos actuales. Por ejemplo, si atendemos a la teoría del impacto, la magnitud de este tendría que haber acelerado la velocidad de rotación de La Tierra a un nivel mucho mayor del que posee. Para solucionar el «problemilla», ciertos científicos proponen que miles de años después del primer impacto tuvo lugar un segundo. Un meteoro habría llegado desde la dirección opuesta al anterior, frenando así la aceleración de nuestro planeta tras el primer choque. De todos modos, algunos especialistas consideran que se trata de una hipótesis demasiado rebuscada.

Mas datos ilógicos: la Luna no es redonda, sino que tiene forma de huevo en posición horizontal. Hasta ahí todo normal, pues la Tierra ejerce una importante fuerza de gravedad sobre el satélite. Lo extraño es que esta curvatura de la Luna es 17 veces mayor de 10 que debería y que ¡esta en la cara opuesta a la Tierra! El mismo tamaño de nuestro satélite es descomunal respecto al planeta alrededor del cual gira: apenas es cuatro veces mas pequeño. Por ejemplo, el satélite mas grande de Júpiter es 18 veces menor que este.

Por ultimo, mostraremos unos datos que no parecen meramente casuales. La Luna tiene un tamaño equivalente al del Sol en 1/400 y ocupa una orbita que le permite estar a 1/400 de la distancia entre la Tierra y el Sol. Por si fuera poco, además de coincidir su rotación con la traslación alrededor de nuestro planeta (por lo que siempre vemos la misma cara de nuestro satélite), parece imitar los movimientos del Astro Rey. De hecho, los desplazamientos lunares llevan a cabo en un mes lo que el Sol hace en todo un año. Hasta en pleno verano, la Luna llena se posiciona en el mismo ángulo y en el mismo punta del horizonte que el Sol en pleno invierno. Posteriormente, la Luna de invierno se pondrá don de lo hace el Sol en pleno verano. Por si fuese poca la casualidad, en el equinoccio la Luna sigue la misma trayectoria que el Sol para ponerse. Dicho de un modo claro: es como si nuestro satelite fuera una obra diseñada bajo un precio plan mas que una formación planetaria arbitraria.

Sobre estas líneas, las cúspides o torres de Blair y un esquema de las mas. Estas imágenes fueron capturadas supuestamente por la sonda Norteamérica Orbiter II

«La Luna sonó como una campana». Eso decían los informes de la NASA, al referirse a los datos que recogió sobre la superficie lunar el sismógrafo del Apolo XII. Los distintos estudios sismograficos lleva­ dos a cabo durante las misiones Apolo ofrecieron indicios de que el interior de la Luna ¡podría estar hueco bajo un envoltorio metálico! La idea no era nueva, pues ya en 1962, Gordon McDonald, prestigioso científico de la NASA, publicó un informe en Astronautics Magazine en el que revelaba que el análisis de los movimientos lunares parecía indicar que estaba hueca. Más recientemente, el doctor Sean C. Solomon, ex profesor de Geofísica en el Instituto Tecnológico de Massachussets y actualmente director del Departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie de Washington, declaraba: «Los experimentos orbitales lunares han mejorado enormemente nuestro conocimiento sobre el campo gravitatorio de la Luna, indicando la aterradora posibilidad de que nuestro satélite sea hueco».

Representación del interior de la Luna. Un informe de 1962 señalaba que podría estar hueca

NAVE GIGANTESCA

En la década de los 70, dos miembros de la Academia de Ciencias soviética, Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, escandalizaron al mundo con esta idea, que cada día parece menos descabellada si nos fijamos en los datos disponibles actualmente. «La Luna es un satélite artificial de la Tierra colocado en órbita alrededor de ésta por seres inteligentes. Nos negamos a entrar en especulaciones sobre quién realizó exactamente este experimento único, pero sólo una civilización muy desarrollada pudo ser capaz de efectuarlo», escribieron.

Para ellos, nuestro satélite sería una gigantesca nave espacial metálica, hueca y recubierta de polvo y rocas. Los científicos de la antigua URSS basaron sus conclusiones en diversas informaciones. Una de ellas es particularmente llamativa: los cráteres lunares tienen una profundidad máxima. Es como si algo, una especie de tope, impidiera que los meteoritos que la golpean provoquen un «agujero» más profundo. Por el diámetro de algunos de los cráteres más de 200 kilómetros, su profundidad debería ser varias veces mayor que la que presentan, tomando en cuenta las condiciones lunares. Sin embargo, independientemente del diámetro de los mismos, éstos nunca sobre­ pasan cierta profundidad. Otro misterio más.