El caso de Travis Walton

A todos los que habitamos este hermoso planeta Tierra se nos ha pasado por la cabeza en alguna ocasión pensar en la posibilidad de que no estamos solos. En un vasto universo del que apenas conocemos una insignificante parte, no se hace extraño plantear la hipótesis de que habrá alguien, más cerca o más lejos, en nuestro sistema solar. Basándose en este pensamiento son muchos los que han llevado a cabo investigacio­nes al respecto. El resultado siempre ha sido el mismo: nada de nada. O eso nos quieren hacer creer, porque lo cierto es que son diversas las evidencias que a lo largo de los años han surgido acerca de posibles pruebas, avistamientos o contactos que certifican la existencia de otras especies inteligentes, y que la NASA y otras agencias especiales ocultan con el fin de no transmitir alarma social. Estas supuestas pruebas quedan reforzadas con cientos de testimonios de personas en todo el mundo que aseguran haber tenido presuntos contactos con alienígenas. Gran parte de estos testimonios carecen de credibilidad. Sin embargo, hay unos pocos que a día de hoy continúan siendo auténticos expedientes X de las más altas esferas de la inteligencia mundial. Casos sobre los que se ciernen un halo de misterio y de incógni­tas que a día de hoy siguen sin despejarse. Sucesos cuyos testimonios y evidencias dejan abierta la puerta a la gran incógnita: ¿pudo ocurrir?

El grupo de lefladores tuvo que enfrentarse a la ley por el presunto asesinato de su compañero.

De todos ellos hubo un caso cuyos acontecimientos fueron tan rotundos que por sí solos han alimentado hasta nuestros días la esperanza, temor o evidencia de que no estamos solos. Ésta es la historia de Travis Walton.

Un tipo normal. Un suceso inesperado

Cuando determinadas vivencias le ocurren a un tipo normal, parece que gana en credibilidad y verosimilitud. Así era Travis Walton, un norteamericano medio. Ni muy rico ni muy pobre. Ni muy listo ni muy necio. Un hombre normal que se ganaba la vida como guarda forestal en Snowflake Arizona. Y cuya existencia hasta el día 5 de noviembre de 1975 había sido anodina.

Ese día Travis regresaba con sus seis compañeros de trabajar en el bosque. El atardecer caía, haciendo el lugar aún más inhóspito si cabe. Walton y los demás iban en la camioneta de regreso a sus hogares mientras pasaban por una zona del parque que conocían tan bien como cualquier otra. De repente, de entre los árboles surgió algo que halo de luz nunca antes presenciado por ninguno de ellos. En un primer instante pensaron que podía tratarse de un incendio que estaba asolando esa zona del bosque. Sin embargo, el color era más azulado que rojizo, además pronto salieron de dudas cuando vieron un reflejo plateado que les deslumbraba. Una especie de platillo volante parecía ser el causante de aquella llamativa fuente de luz. Todos se quedaron impresionados por aquello. Siguiendo la necesidad de presenciarlo más de cerca, Travis saltó de la camioneta y se dirigió hacia el claro. Fue como si ejerciera un poder hipnótico sobre él. Sus compañeros le gritaban para que retrocediera, pero era demasiado tarde: Walton estaba debajo del objeto, en pleno epicentro lumínico. No escuchaba, sólo veía. Fue entonces cuando un enorme rayo le atravesó el costado. Los otros seis, presas del pánico, sólo pudieron gritar desde la lejanía. Mike Rogers, el jefe del grupo, pisó el acelerador respondiendo al más primario de sus instintos: la supervivencia. A medida que se iban alejando, eran conscientes de que uno de los suyos se había quedado allí atacado por nadie sabe qué. La culpabilidad les comía por dentro y decidieron volver en busca de Travis. Sin embargo, ya no estaba allí. Ni él, ni la luz ni el extraño objeto.

La denuncia

Minutos después de aquello, Mike Rogers, Ken Peterson, John Goulette, Steve Pierce, Allen Dallis and Dwayne Smith detallaban al ayudante del sheriff de Heber, Chuck Ellison, lo sucedido. Alguno de ellos, marcado por la pesada carga de la culpabilidad, no pudo contener las lágrimas. El policía no daba crédito a la sorprendente historia que le estaban na­rrando los guardas forestales. Ellison avisó a su superior, el sheriff Marlin Gillespie, quien escuchó el relato de la desaparición de Walton de boca de sus seis compañeros. No había contradicciones, ni dudas, ni atisbo de que estuviesen mintiendo, pero lo cierto es que uno de los suyos ha­bía desaparecido y que la historia que estaba escuchando era sin lugar a dudas la más sorprendente que jamás había oído en sus muchos años de servicio.

Durante las horas siguientes se llevó a cabo un rastreo por parte de las fuerzas de seguridad, y de multitud de voluntarios, en la zona donde Walton había desaparecido. No había ni rastro de él ni de aquello que según sus compañeros le había atacado. El sheriff comenzó a barajar la hipótesis de que los seis compañeros hubieran asesinado a Travis e ideado el encuentro con el supuesto ovni como coartada. Pero el olfato de Gillespie le decía que cómo unos presuntos asesinos iban a idear una historia tan inverosímil para encubrir su delito, cuando podían perfectamente haberse confabulado los seis y tejer una historia mucho más creíble que les amparara.

Walton recordaba haber despertado en algo semejante a una camilla.

No había contradicciones, ni dudas, ni atisbo de que estuviesen mintiendo, pero lo cierto es que uno de los suyos había desaparecido y que la historia que estaba escuchando era sorprendente.

Algo no encajaba, pero por muy extraño que pareciera el suceso, los policías veían que esos hombres decían la verdad. Fue por eso que decidieron someterles al polígrafo. Ante la máquina de la verdad, los forestales contestaron varias preguntas relacionadas con la desaparición de su compañero. Un total de cuatro cuestiones que indagaban directamente en si alguno de ellos había atacado a Walton, o si habían escondido el cuerpo, o acerca de su hipotético encuentro con el ovni. Los seis individuos superaron las pruebas ante el asombro de toda su comunidad. El sheriff Gillespie ve corroboradas sus sospechas, pero sin embargo estaba en un callejón sin salida. Lo único que tenía para resolver un caso de desaparición era el testimonio de seis personas que aseguraban que fue atacado por un ovni. Algo insólito en la vieja Arizona.

Habían pasado cinco días en los que la conservadora y tranquila comunidad de Snowflake había perdido a uno de los suyos de una forma increíble. Nada se sabía de Travis Walton, y la oficina del sheriff se había puesto en contacto con las autoridades estatales para ampliar la red de búsqueda del guarda forestal. Los compañeros seguían en estado de shock, la pesada losa que estaban soportando por haber abandonado a su compañero ante aquel extraño objeto les iba a acompañar el resto de sus días. Todos tenían claro que lo único que podían hacer era esperar a que algo ocurriera. Y en ese quinto día ocurrió. Una llamada de teléfono trajo de nuevo la luz a tanta oscuridad. Travis Walton había telefoneado a su hermana desde una estación de servicio cercana. Estaba agotado, deshidratado y pedía ayuda..

Travis Walton recordaba su experiencia en el interior de la nave como algo sumamente traumático.

En esos cinco días que había estado desaparecido, Travis no se había afeitado. Se encontraba perdido, ausente, tenía la sensación de que en lugar de días habían pasado horas. Walton vomitó la primera comida que tomó. En las pruebas médicas hubo dos aspectos destacables. Su cuerpo había estado días sin ingerir nada, en su aspecto físico se apreciaba claramente; sin embargo, los análisis dejaron entrever que podía haber estado recibiendo algún tipo de suero desconocido para alimentarle. La otra señal era una extraña marca en su codo, como si le hubieran administrado algún tipo de inyección hipodérmica que, sin embargo, había sido aplicada lejos de cualquier vena cercana.

Muchos presuntos abducidos tienen en sus cuerpos extrañas marcas y cicatrices

Los compañeros seguían en estado de shock, la pesada losa que estaban soportando por haber abandonado a su compañero ante aquel extraño objeto les iba a acompañar el resto de sus días.

Esta extraña marca dio aún más pábulo a la increíble historia que Walton detalló a las autoridades.

Un episodio increible

El guarda forestal recordaba que cuando se acercó al extraño platillo desde la camioneta, un haz de luz le atravesó dejándole inconsciente. Más tarde despertó. Estaba tendido sobre una camilla con un enorme foco encima. Se sentía dolorido, con dificultad para respirar y una sensación extraña de frío húmedo que le recorría el cuerpo. Travis pensó que había despertado en un hospital; sin embargo, se dio cuenta de que no era así al ver tres extrañas figuras que le rodeaban. No eran humanos y llevaban uniformes naranjas. No tenían mucha altura y carecían de pelo; lo que parecían ser sus orejas y su nariz eran de tamaño normal, pero sin embargo tenían unos ojos gigantescos en los que incluso Walton se veía reflejado en ellos. Parecían fetos humanos. Travis no era consciente de qué tipo de prueba le estaban realizando. En un arrebato de valor, el humano se incorporó y cogió un utensilio para amenazar a los alienígenas. Éstos, con gran pasmosidad, abandonaron la estancia. El hombre salió de aquella sala y recorrió la nave en busca de una salida. En una de las dependencias se topó con otros tres seres de apariencia más humana. Dos hombres y una mujer que le recibieron de forma afable para tratar de tranquilizarle. A continuación le indicaron que se tumbara en una especie de mesa. La mujer le colocó una especie de máscara de oxígeno. Travis perdió el conocimiento. Cuando despertó estaba en una cuneta de la carretera cerca de la gasolinera de Heber.

No tenían mucha altura y carecían de pelo; lo que parecían ser sus orejas y su nariz eran de tamaño normal, pero sin embargo tenían unos ojos gigantescos.

Travis Walton fue sometido también al polígrafo. La máquina de la verdad no pudo desmontar la historia contada por el forestal. Décadas después, el caso Travis Walton continúa siendo un referente mundial de supuesta abducción ovni. Varios son los argumentos que los crédulos del suceso exponen. Las marcas que tenía Travis en los brazos, los cinco días que estuvo en paradero desconocido, el testimonio de los seis compañeros y sobre todo cómo superaron la prueba del polígrafo. Parece claro que ese humilde hombre de la América profunda no ganaba nada inventándose una historia tan inverosímil

El impacto Walton

El caso de Travis Walton conmocionó profundamente a la sociedad ame­ricana de la época. Un pueblo que era plenamente consciente de que en sus más altos estamentos se estaban llevando a cabo pruebas y experimentos para tratar de certificar la posible existencia de vida extraterrestre. Un asunto que se estaba llevando de forma clandestina rodeado del más profundo de los silencios por parte de las autoridades competentes.

Es por eso que el incidente vivido por Travis supuso un antes y un después en la conciencia de sus compatriotas. Algunos se sintieron plenamente identificados, ya que habían vivido episodios similares que no se habían atrevido a contar. Otros aprovecharon la estela de confusión para frivolizar sobre el asunto. La sociedad miraba expectante a aquel pequeño paraje de Arizona mientras las altas esferas callaban tratando de que pasase rápidamente.

Lo cierto es que lo vivido por aquel guarda forestal caló en las conciencias de todos. Hasta el punto de que una novela, La experiencia Walton, y una película, titulada Fuego en el cielo, recogen lo vivido en aquellos días de noviembre de 1975. Todo un hito en el panorama ovni hasta la fecha