MISTERIOS OCULTOS (F)

Fantasmas amistosos
Según Carol Mitchell, de la Universidad Estatal de Colorado, la mayoría de los fantasmas actuales son más amistosos que los de otras épocas. En una investigación sobre 400 personas que se habían topado con fantasmas, Mitchell halló que las entidades de otros mundos se habían vuelto menos extravagantes y salvajes y más prosaicas. Los sujetos de la investigación describían a los fantasmas como luces azules o blancas, bolas de fuego o vagas figuras humanas, que se aparecían brevemente en una variedad de lugares, incluyendo coches, casas y patios traseros, pero sobre todo en los dormitorios. Hablaban con los miembros de la familia, daban consejos e incluso pedían que vigilasen a los niños. Los resultados de la investigación refutan la idea de que los encuentros con fantasmas hayan disminuido en los últimos años.
Fantasmas caninos
Durante más de cuarenta años, la «Ballechin House», en Perthshire, Escocia, fue el hogar del comandante Stewart, un hombre excéntrico con una inclinación hacia el espiritismo y un gran amor por los perros. En 1876, en el momento de su muerte, poseía catorce canes, todos los cuales vivían en «Ballechin House». Sin saber qué hacer con ellos al fallecer el comandante, los irreflexivos parientes los sacrificaron a todos. Una tarde, no mucho después del exterminio de los chuchos, la mujer del sobrino del comandante se encontraba en el estudio de «Ballechin» cuando detectó el inconfundible olor a perros. De repente, sintió un empujón, percibiendo algo raro como el hocico de un perro. Y así comenzó la reputación de «Ballechin» como casa encantada.

Tras la muerte del sobrino, en Londres, en un accidente de automóvil, «Ballechin House» pasó a manos de un pariente llamado capitán Stewart, que consiguió alquilar la finca a unas personas que deseaban dedicar las instalaciones para caza deportiva, a pesar de la reputación de la mansión. Pero, en agosto de 1896, perturbados por unos horribles sonidos que se escuchaban por las noches y misteriosos hocicazos en las piernas, los ocupantes renunciaron al dinero del alquiler y salieron huyendo.

Muy pronto, la morada llamó la atención del marqués de Bute, miembro de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas. El marqués y sus colegas decidieron celebrar una fiesta en «Ballechin House», con objeto de investigar el asunto de los fantasmas perrunos. Durante el transcurso de las celebraciones, los 35 invitados escucharon ruidos extraños, explosiones apagadas, arrastrar de patas y alguien que leía en voz alta de manera interminable, lo que al principio atribuyeron a los mochuelos del desván y a defectos en las cañerías del agua. Más tarde, comenzaron a acusarse mutuamente de simular los sonidos. Pero cuando alguien comenzó a golpear en la puerta y cierto número de personas percibieron una vaga figura que se parecía a un perro spaniel, el marqués y sus invitados se percataron de que alguna poderosa fuerza espiritual estaba actuando en «Ballechin House». 

Fenómenos paranormales y exorcismos
Adolf Rodewyk, el sacerdote jesuita que escribió Poseído por Satán, el manual definitivo de 1963 para los exorcismos, recomendaba a los sacerdotes que recurriesen a todas las explicaciones médicas en un caso de aparente posesión demoníaca, antes de realizar el peligroso ritual. Pero él pudo o no seguir su propio consejo antes de someter, en 1976, a una estudiante alemana a un exorcismo sin éxito, que acabó trágicamente.

Una estudiante de la Universidad de Wurzburgo, en la RFA, Anneliese Michel, había estado bajo tratamiento médico por epilepsia durante cuatro años antes de que comenzase a mostrar una ira sin causa, violencia y demás conductas de tipo anormal. A requerimiento de los padres de la joven mujer, el párroco local aconsejó a la muchacha y, después de consultar a Rodewyk, que por entonces tenía ochenta y un años, recomendó llevar a cabo un exorcismo. El ritual comenzó en seguida bajo la guía de los reverendos Arnold Renz y Ernst Alt.

Al cabo de unos meses de un exorcismo angustioso, pero sin resultados, la mujer de veintitrés años, que ahora pesaba sólo 37 kilos, murió de desnutrición y deshidratación el 1 de julio de 1976. Menos de dos años después, Renz, Alt y los padres de Anneliese fueron acusados de homicidio por negligencia. Llegado el momento, el sacerdote fue condenado, pero se suspendió su sentencia de seis meses de arresto. El trágico caso indujo a la Conferencia Episcopal de Alemania a ordenar que no se practicase ningún exorcismo sin la presencia de un médico.

¿Pero, fueron los demonios de Anneliese los adversarios con éxito en el exorcismo? ¿O murió la joven a causa de que no estaba poseída? Algunas personas familiarizadas con esas circunstancias creen que el caso, en realidad, pudo ser de personalidad múltiple, un síndrome que manifiesta dos o más personalidades diferentes, cada una de ellas opuesta a las otras o que las ignora. Si una de éstas parece ser diabólica, las autoridades eclesiásticas afirman que hay que determinar si se trata de un caso de posesión, empleando los procedimientos para distinguir la histeria de la posesión.

La Iglesia considera los fenómenos paranormales una indicación de posesión mientras que, por otra parte, muchos médicos y psiquiatras los rechazan como malas percepciones de realidad o alucinaciones. Sin embargo, incluso los menos escépticos pueden no considerar los fenómenos paranormales como obra de los demonios. Pero la prueba de la Iglesia se basa en si tales fenómenos se dan en el contexto de un odio aborrecible a la religión.

Foo-Fighters
La historia popular sitúa el principio del moderno fenómeno OVNI en el verano de 1947, cuando Kenneth Arnold, hombre de negocios de Idao, vio de nuevo objetos plateados, en forma de media luna, volando en formación como «un platillo deslizándose sobre el agua», cerca de Mount Rainier, en el Estado de Washington. Sin embargo, varios años antes, en plena Segunda Guerra Mundial, tanto los aviadores de los Aliados como los del Eje habían informado sobre platillos volantes parecidos, durante las campañas en Europa y en el Pacifico.

Al menos por parte de los Aliados, aquellas luces nocturnas y aquellos discos avistados durante el día eran conocidos como Foo Fighters, nombre tomado de una popular historieta de Smokey Stover, uno de cuyos personajes murmuraba siempre: «Donde hay foo, hay fuego.» Desde luego, foo (fu) era una alteración de la palabra francesa feu, que quiere decir fuego.

El encuentro mejor documentado con Foo Fighters tuvo lugar el Jueves Negro -14 de octubre de 1943-, en que las Fortalezas Volantes B-17 de la 8ª Air Force norteamericana sufrieron espantosas bajas durante un bombardeo diurno de las fuertemente defendidas fábricas de cojinetes de bolas de Schweinfurt. El historiador Martin Caidin lo llamó «uno de los incidentes más desconcertantes de la Segunda Guerra Mundial, y un enigma que hasta hoy no tiene explicación».
Al terminar el Grupo de Bombardeo 384 su incursión sobre el objetivo, numerosos pilotos y artilleros de torreta de la asombrada formación informaron sobre un enjambre de discos de plata situado exactamente delante de ellos. El avión número 026, en un esfuerzo por evitar una colisión de frente, se desvió en el acto, pero fue demasiado tarde. Según lo manifestado en los interrogatorios, «el ala derecha (del bombardeo) pasó directamente a través del enjambre, sin que los motores ni la superficie del avión sufriesen el menor daño». El piloto añadió que oyó que uno de los discos chocó con la cola de su aparato, pero no se produjo explosión ni desperfecto alguno.

Acompañando a los discos, a una distancia de unos siete metros, había varios grupos de escombros negros, de un metro por 1.30 metros de tamaño; tampoco éstos parecieron tener efectos perniciosos sobre Fortalezas Volantes. También se declaró que otros dos aviones habían volado entre los discos sin sufrir daños visibles.

También se vieron Foo Fighters como luces nocturnas de tonos rojo anaranjado o blanco. Por ejemplo, en la noche del 23 de noviembre de 1944, una tripulación de tres hombres al servicio de la Escuadrilla Nocturna 415 avistaron ocho o diez globos misteriosos sobre el Rin, al norte de Estrasburgo. Al principio parecían lejanas estrellas titilantes, dijo el oficial de información teniente Fred Ringwald, pero al cabo de unos minutos aparecieron como bolas anaranjadas «que se movían en el aire a tremenda velocidad».

Otro piloto de B-17, Charles Odom, de Houston, recordó su experiencia de Foo Fighters después de la guerra. Los platillos «parecfan como bolas de cristal, aproximadamente del tamaño de pelotas de baloncesto», dijo. Hubiéranse dicho «magnetizadas» por nuestra formación y volaron a nuestro lado. Al cabo de un rato, se alejaron como si fuesen aviones y se fueron.

Fotografiando al Yeti
El 6 de marzo de 1986 fue la fecha en que los cazadores del Bigfoot encontraron al fin la prueba «sólida» que habían estado esperando pacientemente. Mientras viajaba en el Himalaya, un explorador captó al Yeti -equivalente tibetano del Bigfoot norteamericano- con su cámara.

Anthony Wooldridge, viajero británico, estaba escalando cerca de Nepal con el fin de estudiar la vida rural cuando descubrió la criatura. Andaba sobre la nieve entre unos árboles cuando vio unas huellas «y me pregunté quién estaría en el bosque conmigo -dijo-, pero no encontré una explicación satisfactoria». Tomé dos instantáneas de las huellas y apreté el paso, sabiendo que el tiempo era precioso si quería llegar a mi destino antes de que la nieve se ablandase demasiado. Tal vez media hora más tarde, al salir del borde superior del bosque, oí un súbito estampido seguido de un ruido sordo y prolongado.

El explorador continuó subiendo por la vertiente para calcular mejor el riesgo, cuando vio al Abominable Hombre de las Nieves junto a unos matorrales. «De pie detrás de los matorrales -explica Wooldridge-, había una figura grande y erguida, de unos dos metros de estatura». Convencido de que, fuera lo que fuese, desaparecería rápidamente, Wooldridge tomó varias fotografías. No tardó mucho tiempo en darse cuenta, dijo, «de que el único animal que guardaba cierto parecido con el que estaba ante mí era el Yeti..

Wooldridge mostró más tarde las fotos a la Sociedad Internacional de Criptozoología, que investiga los informes sobre animales extraños o desconocidos. Después, su mejor fotografía fue publicada en BBC Wildlife, provocando una fuerte controversia. BBC Wildlife envió primero la fotografía al doctor Robert D. Martin, antropólogo físico del University College, de la Universidad de Londres. Martin observó que la criatura podía ser un langur Hanuman, aunque los langures son generalmente más pequeños que la criatura de la fotografía y tienen cola. Observaciones parecidas desconcertaron al antropólogo John Napier, conocido escéptico en lo tocante al Bigfoot, que examinó también la fotografía. La posibilidad de que Wooldridge fotografiase realmente una forma de vida hasta entonces desconocida, dice el doctor Napier, es extraordinaria pero completamente lógica.

Fuego desde arriba
En varias ocasiones se han producido olas de tremendo calor procedentes del cielo. Pregúntenlo a cualquiera que hubiese estado cerca del lago Whitney, Texas, en la por lo demás corriente noche del 15 de junio de 1960.

Al principio, refieren los testigos, el cielo estaba despejado, brillaban las estrellas y las temperaturas, eran más o menos de unos 25 °C. Entonces se vieron relámpagos en el horizonte y sopló una ligera brisa desde el lago. Sin previo aviso, una furiosa ráfaga de viento se llevó el tejado de los «Almacenes Mooney», esparciendo panes y latas de conservas por los pasillos.
Y con el viento llegó un calor abrasador. El termómetro de fuera del Charley Riddle Bait y Tackle Shop subió de cerca de 21 °C a 37 °C en unos minutos, alcanzando después el máximo de 61 °C.

Hirvió el agua en los radiadores de los coches, los sistemas contra incendios se dispararon y las madres asustadas de la pequeña población de Kopperl envolvieron literalmente a sus pequeños en sábanas mojadas. Cuando el ranchero Pete Burns había vuelto al pueblo aquella noche, las plantas de su recién arado campo de algodón estaban en perfectas condiciones. Por la mañana lo encontró carbonizado. En la misma zona, los campos de maíz estaban secos y quemados.

Aun así, la tormenta más extraña que cayó jamás sobre Texas habría pasado probablemente inadvertida al público en general si el veterano cameraman de TV, Floyd Bright, no hubiese fotografiado las pruebas de la destrucción el día siguiente. El hombre del tiempo Harold Taft, del «Canal Cinco» de Fort Worth, sentó la teoría de que una corriente de aire descendente desde un cielo tormentoso podía haber sido la causa.

«El aire descendente se calienta a razón de cinco grados y medio Fahrenheit por cada mil pies de caída -dijo Taft».

Si la corriente había empezado en una tormenta a 6.600 metros de altura, a una temperatura de 6,4 °C, se habría calentado en 50 °C más al llegar al nivel del suelo.

Pero el aire caliente tiende a subir. Taft admitió que «la fuerza hacia abajo tenia que haber sido terrible», lo cual contribuiría a explicar los vientos de 120 a 150 kilómetros por hora que se habían registrado aquella noche.

Uno se siente todavía pasmado por la fuerza y la furia de los cielos, preguntándose si lo que incineró un campo de algodón en la Texas central no podría haber causado, otras noches, alguno de los grandes e inexplicados incendios que ocasionalmente se han producido en todo el mundo.

Fuego y fe
La «Free Pentacostal Holiness Church» es una secta fundamentalista con ramas desparramadas en todo el Sur. Sus miembros interpretan literalmente la Biblia y creen firmemente en ella cuando declara que los verdaderos creyentes pueden desafiar a las serpientes, al veneno y al fuego. Así, como parte de los servicios religiosos, los congregados se flagelan frenéticamente y, en los momentos culminantes, agarran serpientes de cascabel, beben estricnina y tocan el fuego, sin sufrir molestias ni efectos perniciosos.

El psiquiatra Berthold Schwartz, de Nueva Jersey, emprendió en 1959 un estudio científico de la «Free Pentacostal Holiness Church». Visitó Tennessee en varias ocasiones para presenciar las ceremonias religiosas y observó que los feligreses se acercaban lámparas de queroseno a las manos y a los pies sin quemarse. «En tres ocasiones -refiere Schwartz-, tres mujeres diferentes se acercaron la lámpara al pecho de manera que las llamas estableciesen íntimo contacto con sus vestidos de algodón, los cuellos descubiertos, las caras y el cabello. Esto duraba más de unos pocos segundos. En cierto momento, un miembro de la congregación tomó un carbón encendido del tamaño de un huevo de gallina y lo sostuvo en las palmas de las manos durante sesenta y cinco segundos, mientras paseaba entre los congregados.»

Schwartz, por su parte, no pudo tocar una brasa de carbón durante más de un segundo sin producirse una dolorosa ampolla.

El doctor Schwartz cree que estos devotos caen probablemente en una especie de trance durante la ceremonia. Pero la fuerza que hace que su ropa no se queme sigue siendo un enigma científico.